1. Antes de su lanzamiento, nadie sabe cómo va a ser el programa
2. Los costes de desarrollo crecen desmesuradamente… pero, por suerte, existe Kickstarter
3. Sus creadores le añaden funciones absurdas
4. Se anuncia con grandes palabras y promesas excesivas
5. Los “cambios recientes” de su desarrollo datan de la Prehistoria
6. Las oficinas de la desarrolladora de software no dan mucha confianza…
7. Sus creadores, al fin y al cabo, no saben de lo que hablan
Después de haber aprendido estas lecciones… ¿qué casos de vaporware te vienen a la cabeza?
Ilustraciones de Luis Bustos, dibujante y creador, entre otros, de Endurance (Planeta) y Zorgo (Dibbuks). Colabora actualmente en Orgullo y Satisfacción (¡Caramba!) Síguele en Twitter: @bustox