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Arte en forma de videojuego

Pierre

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El mérito de Braid va más allá de ser un buen juego, un excelente juego mejor dicho. El mérito de Braid emerge de un desarrollador que lo ha dado todo para crear una obra que trascenderá en la industria tal y como lo hicieron otras obras como Ico o Portal.

Prácticamente sólo dos personas han creado Braid. David Hellman como director artístico y Jonathan Blow para todo lo demás, y ambos se hipotecaron hasta las cejas para sacar adelante el proyecto. No es que buscaran el triunfo o el dinero, lo que sencillamente ocurrió es que tanto Hellman como Blow creían tanto en su obra que lo arriesgaron todo para que viera la luz. Braid tiene un aura romántica ya en sus inicios.

El hecho que Braid sea un videojuego no es más relevante que el hecho que existan obras de arte plasmadas en forma de libro, pintura o película. El medio no es más que el soporte para mostrar el arte. Y eso es lo que es Braid, arte.

Sonará pomposo o pedante anunciar una cosa así, a todos aquellos que así lo crean les emplazamos a probar el juego hasta el final y que opinen después. Braid consigue emocionarnos una y otra vez mientras lo jugamos porque el nivel de expresión emocional que evoca Braid sólo es comparable al de otras obras de arte más aceptadas socialmente.

El Héroe y la Princesa

La historia de Braid es un tópico en apariencia: Tim, el protagonista busca desesperadamente a su Princesa, encerrada en algún castillo. Pero en realidad, esta historia de cuento de hadas no es más que una metáfora de lo que Tim busca realmente.

Tim cometió un error en el pasado, un grave error que provocó que su Princesa lo dejara. Ahora, el viaje de Tim no es más que una búsqueda desesperada para redimir aquel error y que la Princesa regrese a él. De algún modo, Tim quiere volver atrás en el tiempo y reparar aquel error para recomenzar de nuevo.

Comienza un viaje para Tim donde analizará su pasado y comprenderá qué hizo mal y cuando lo hizo mal, mientras se pregunta porqué sus errores le castigan con la infelicidad si ya ha aprendido de ellos. ¿No sirven los errores que cometemos para aprender cosas? Entonces, ¿por qué a pesar de aprender la lección seguimos siendo castigados por el propio error cometido? ¿No sería más fácil perdonar esa equivocación y aún así aprenderíamos la lección?

Braid se divide en 6 mundos donde el tiempo flujo de maneras diferentes. Antes de entrar en cada mundo podremos leer varios libros que completan la historia de Tim. En realidad estos libros no cuentan una historia de principio a fin, sino que hablan de momentos clave en la vida de Tim. Escenas de su pasado, aparentemente inconexas, incongruentes incluso con el propio juego, pero que han forjado su presente tal y como es ahora.

La carga filosófica en Braid es muy profunda, y hace que pensemos sobre nosotros mismos y nuestras experiencias, muy parecidas a veces a las del propio Tim. La particularidad de la historia de Braid es que dependiendo de quien juegue, y de sus experiencias del pasado, la vivirá de una u otra forma.

El tiempo fluye

Braid es un juego de puzzles. También hay plataformas, y se juega saltando encima de enemigos, subiendo y bajando escaleras, o activando palancas, pero esto no quita que el grueso del juego se centre en los puzzles. De hecho, los puzzles se basan en el fluir del tiempo, y la originalidad de estos es tal que por mucho que nos esforcemos no recordamos unos puzzles así en un videojuego.

Lo más parecido podría ser el videojuego de Valve, Portal, con sus puertas dimensionales que nos servían para trasladarnos físicamente de un lugar a otro. En Braid sin embargo nos moveremos a través del tiempo.

Tim tiene, además del salto, la habilidad para retroceder en el tiempo en cualquier momento, y por ende deshacer todas las acciones realizadas por nosotros o por nuestros enemigos. Podemos retroceder siempre, aunque nos maten, aunque cometamos un error, aunque nos quedemos encerrados (al contrario que en la vida real). Sólo hay una excepción, a los enemigos y objetos iluminados en verde no les afecta esta habilidad y se moverán en el tiempo siempre hacia delante.

En cada uno de los 6 mundos que conforman Braid el tiempo fluye de manera diferente, y da lugar a retos totalmente distintos entre sí. En el Mundo 4, por ejemplo, el tiempo avanza cuando Tim camina a la derecha, y retrocede cuando Tim camina a la izquierda. En el Mundo 5, cuando retrocedemos en el tiempo creamos una sombra de nosotros mismos que repetirá lo que hayamos hecho. Cada Mundo tiene su propia física temporal y el objetivo en cada uno de los niveles será recoger las piezas de un puzzle. Piezas que posteriormente deberemos montar para conseguir ver el cuadro que juntas conforman.

Describir cómo es cada desafío de Braid es imposible si no se ha jugado a él. De hecho, el primer nivel de cada Mundo es un mini-tutorial que de una manera simplista, pero tremendamente efectiva, nos explica las reglas temporales del Mundo en cuestión. Sí que es mencionable que cada puzzle es totalmente único, innovador y original. Un reto mental cuya solución se basa en la deconstrucción del tiempo, en la elasticidad de éste, en la creación de líneas temporales paralelas.

Es difícil liberar nuestra mente cuando jugamos a Braid porque estamos atados a nuestro flujo real del tiempo. Sin embargo, cuando conseguimos desatarnos de esas cadenas encontramos la solución a los puzzles, y créenos cuando decimos que pocos juegos consiguen tal grado de autosatisfacción cuando completamos uno de los puzzles de Braid. Son auténticos momentos de inspiración.

Emoción audiovisual

El apartado gráfico y sonoro de Braid se define así: Es un cuadro pintado al óleo que contemplamos mientras escuchamos música clásica.Jugar a Braid es una experiencia audiovisual tranquilizadora, emotiva y sorprendente. Entras en una catarsis provocada por los majestuosos gráficos y la evocadora música. Un conjunto perfecto que manifiesta el tremendo cariño que David Hellman ha puesto en la creación de cada piedra, planta, árbol, personaje o paisaje que vemos mientras jugamos a Braid.

Lo que vemos en Braid son mundos oníricos pintados al óleo con una exquisitez digna de un cuadro impresionista. Por su parte, Tim es un personaje de cuento vestido con traje y corbata, animado de una forma increíblemente sencilla pero armoniosa y bella, que se mueve por esos paisajes de ensueño con cara de preocupación. Por último, las nubes, los enemigos y el resto de objetos animados que disfrutaremos en el juego tienen la misma calidad que el personaje principal y nos provocarán diferentes emociones según los miremos.

La música por su parte de tono clásico, con violines y chelos emana una música de una calidad pocas veces oída. Ora tenebrosa y oscura, ora alegre y emotiva. Acompaña perfectamente lo que vemos en pantalla y se conjuga dependiendo del flujo del tiempo: rebobina cuando retrocede el tiempo, y se acelera cuando lo adelantamos.

Un Arcade de 10

Braid se merece la nota más alta por muchos motivos. Si atendemos al apartado técnico y jugable, se lo merece por ser técnicamente el mejor juego de Arcade, por ser divertido y desafiante y por ser excepcionalmente original. Si atendemos al apartado más sentimental, porque sus creadores se han dejado el alma creándolo y eso se nota, y porque la filosofía y las lecciones de vida que aprenderemos deben ser oídas, vistas y jugadas.

Braid nos enseñará que el tiempo es limitado, que no podemos retroceder al pasado y que no debemos estancarnos en él. Que atarnos al pasado es impedirnos evolucionar al futuro. Que nuestras acciones siempre permanecen en el tiempo, y que por mucho que nos obcequemos nuestros recuerdos no reflejan la realidad pasada.

A pesar de las escasas 5 horas de juego que dura Braid, de que el juego se publicó hace más de un año en Xbox 360, y teniendo en cuenta que su precio es de 9,99€, éste es uno de esos títulos que no se deben dejar pasar.

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