Publicidad

Trucos y Consejos

Cómo compartí más tiempo con mi familia y amigos gracias a las apps y los juegos

Cómo compartí más tiempo con mi familia y amigos gracias a las apps y los juegos
Maria Baeta

Maria Baeta

  • Actualizado:

No veo a mi familia tanto como me gustaría y tengo amigos que viven muy lejos. No me gusta perder el contacto con mi gente, pero reconozco que a veces se me hace pesado hacer siempre lo mismo: chatear, llamar, mandar algún que otro mail… Es por eso que durante este año he probado nuevas formas de compartir momentos especiales con mis seres queridos, maneras menos obvias y menos convencionales de mantener un contacto periódico con ellos.

Dicen que la tecnología nos hace seres menos comunicativos: ¿en serio? Todo depende del uso que le des, y desde luego con el uso que le doy yo no sólo esa afirmación es falsa sino que ratifica una idea que defiendo desde hace algunos años: las apps, las redes sociales y los juegos acortan las distancias y estrechan lazos, siempre que se usen como prolongación del contacto real, claro.

Skype es el programa que uso desde hace más tiempo para estar en contacto con mi gente. Me resulta muy cómodo para efectuar videoconferencias con mi familia y amigos, ya que por norma general siguen siendo más de Hotmail –ahora Outlook- que de Google, por lo que no puedo usar con ellos Hangouts.

De todas formas la videoconferencia sin más me sabe a poco y me gusta adornarla con otras cosas. Por ejemplo, con mis personas más cercanas ya hemos creado un nuevo lenguaje de comunicación alternativo gracias a los stickers. Hay días en que el ajetreo es tal que apenas puedo conectar la cámara, pero mandar un par de pegatinas de LINE a tiempo es una manera de decir “ey, ¡me acuerdo de ti!”. Una cara sonriente o un personajillo estresado transmiten mucho más que un simple y llano monosílabo.

Con LINE siempre tengo un sticker listo para cada ocasión

Los stickers no son la única (sana) adicción que tengo relacionada con LINE. LINE Camera y LINE Card me ofrecen una manera sencilla de crear fotos y tarjetas de ánimo y felicitación muy “de mi estilo”, es decir, llenas de marcos y personajes kawaii y unos filtros que huyen del moderneo de Instagram. Vale, lo admito, este tipo de imágenes no gustan a todos, pero sé a quién se las puedo mandar: mi madre siempre está encantada de recibir al final de un duro día una de mis postales llenas de colores pastel y caritas hiperexpresivas.

Otra cosa que adoro compartir con mis amistades son dibujos… ¡y eso que soy la peor dibujante del mundo! Por suerte, en la era de los móviles de pantallas enormes y las tablets, programas como DrawQuest para iOS me ayudan a ser menos negada en esto de la ilustración… o por lo menos a disimularlo mejor. Con esta app muestras al mundo tu creatividad con retos de dibujo diarios. Mi amiga Mireia y yo nos hemos vuelto adictas a compartir nuestros logros, y aunque no he conseguido por ahora enganchar a más amigos espero poder hacerlo en breve, ya que en mis círculos más cercanos hay muchos Dalí en potencia.

Pero si algo me ayuda mantener el contacto con los míos, y sobre todo a saber enseguida si me siguen bien, son las redes sociales. El problema es que en Facebook tengo a demasiada gente, y un día decidí que necesitaba algo más íntimo sólo para aquellos con los que me comunico más a menudo… Y así fue como un día decidí instalarme Path en mi móvil.

Con Path fue imposible hacer pasar a mis contactos de esta pantalla

Path es un red social que, en teoría, sólo te pone en contacto con aquellos amigos y familiares que te son más cercanos. Con toda la ilusión del mundo actualicé mi perfil e invité a toda esa gente que realmente quería seguir… Pero, ¿qué es lo que pasa? Que a todos nos cuesta mucho salir de una casa calentita, en este caso Facebook, así que mi invitación a probar las bondades de Path fue ignorada por casi todos mis seres queridos. En vez de recriminarles su fobia a las nuevas redes sociales o ser la típica amiga pesada decidí sacar ventaja de tenerlos todos en Facebook y ahondar mucho más en las enormes características de esta red. Una opción en estos casos es configurar tu privacidad creando infinitos filtros… Pero si algo odio en esta vida es clasificar, así que opté por opciones más creativas.

Hace tiempo que uso con éxito un grupo en Facebook sólo para discutir y compartir fotos y contenidos con mis amigas de todo el país (y algunas incluso del otro lado del Atlántico) con las que tengo en común, entre otras cosas, el gusto por la moda y el estilismo. Así no les doy la brasa al resto de contactos y me aseguro de que esas fotos de nuestros outfits sólo las ve quién las tiene que ver. Además, para cuestiones más familiares, como compartir fotos de mi sobrino u organizar eventos señalados cuento con un grupo en el que sólo está mi familia. De esta forma nos ahorramos las conversaciones cruzadas (e intrusivas) que se establecen por Whatsapp o esas llamadas de “¿ya has hablado con tu hermano? ¡Pensaba que te habría llamado!”.

Los grupos secretos de Facebook: ¡qué gran invento!

Otra red social que me encanta (a pesar de sus aburridos filtros) es Instagram, y una de las opciones que más me fascinan es algo tan simple como la posibilidad de usar hasthags. Y no, no me refiero a abusar de los clásicos #nofilter, #foodporn u #outfitoftheday, sino de aprovechar esta opción para crear hashtags que se convierten casi en pequeños sitios privados donde podemos dar rienda suelta a nuestra creatividad. Lo mismo puede aplicarse a Twitter, aunque la difusión de esta red es mayor y quizá no quiero que tanta gente vea mi hashtag estrella, como el dedicado a esa adorable pareja de carlinos que tiene mi amigo de Madrid.

Las pequeñas casas privadas virtuales no acaban en las redes sociales, sino  que se extienden a los juegos. Siempre he querido invitar a mi casa a mis amigos argentinos o mexicanos pero, desafortunadamente, nos separan miles de kilómetros de distancia. Así que especialmente con ellos disfruto de momentos virtuales en juegos online. Orgullosa muestro mi triplex de GTA Online mientras compartimos minutos de chat de voz y es raro el juego online en el que no quedemos tal día a tal hora para irnos de aventuras juntos. Jugando no sólo se libran batallas con seres demoníacos o se cazan tesoros, sino que también se dialoga, discute y colabora. ¿Quién dijo que los juegos nos aíslan?

¡Siéntete como en tu casa!

Sí, desde que tengo smartphone y una buena conexión a Internet soy mucho más sociable y, sobre todo, tengo muchos más detalles con aquellos seres queridos que viven lejos. Si quieren, que me llamen adicta… Yo prefiero pensar que estoy conectada.

Lee más historias como esta en nuestro e-book especial

Maria Baeta

Maria Baeta

Lo último de Maria Baeta

Directrices editoriales