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La insoportable publicidad de Spotify

Luis Ponce de León

Luis Ponce de León

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Confieso que no hace mucho que descubrí Spotify. Me mostraba reticente a probar otro reproductor más de música que funciona online, pero realmente me ha sorprendido.

Diciéndolo rápido es como si en iTunes tuvieses toda la discografía del mundo. O más bien eso es lo que será si sigue creciendo. La interfaz de Spotify tiene grandes similitudes con la del famoso reproductor de Apple, pero dista mucho del alcanzar las posibilidades de iTunes.

Lo mejor de Spotify es su buscador, que funciona rápido y ofrece muchos resultados. Buscas el nombre de un artista, el de la canción o lo que sea, y seguro que aparece en los resultados. Luego simplemente se pulsa “Play” y empiezas a oír la canción como si la tuvieses en el disco duro. Realmente cómodo. La calidad no está nada mal, unos 120 Kbps.

Esta pequeña joya es obra del creador de uTorrent, pero este programa no tiene ninguna sospecha de ser ilegal o algo parecido. Spotify ha llegado a acuerdos con  varias discográficas (Universal Music, Sony BMG, EMI Music y Warner Music) para poder emitir vía streaming sus canciones.

Hasta aquí todo muy bonito, pero este programa también tiene sus contras. En primer lugar la publicidad, que se emite cada dos o tres canciones en la versión gratuita de Spotify. Suelen ser anuncios de conciertos o del propio programa repitiendo como un loro que paguemos 10€ al mes para que nos dejen de dar la tabarra.

Al principio opté por bajar el volumen a cero cuando empezaba la publicidad pero he te aquí que si se baja el volumen tanto de Windows como del programa a menos de un tercio aproximadamente, la publicidad se pone en pausa y continúa cuando se sube el volumen. Así que prácticamente es imposible no tragarse la propoganda de Spotify.

Si se escuchan canciones sueltas, tampoco es tanto incordio, así que renuncio a pagar los 10 euros mensuales. Ahora bien lo que no puedo soportar es que me hayan metido tres minutos y medio de publicidad entre el tercer y cuarto movimiento de la quinta sinfonía de Tchaikovsky. !Intolerable! 😉

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